Facebook te amo, te odio, dame más…

Sumergida en mis pensamientos más indecorosos me pregunto hasta que punto puede llegar nuestro morbo a la hora de compartir intimidades…

Todo comenzó un día en que saqué una cuenta en una página llamada Facebook. Dicen que el lava-cerebros comenzó a manera de sitio social donde los compañeritos de una universidad elitista podrían compartir sus fiestas, fotos y confesiones post adolescentes. Pero el boom invadió luego a tantísimos otros círculos ya no sólo universitarios, sino secundarios, primarios y no estaría tan segura si no incluye hasta a jardines de infantes.

Ahora la pregunta que yo me hago es hasta dónde puedo compartir mi intimidad y hasta dónde quiero saber de la intimidad de todos aquellos que se dicen “mis amigos”.

Amigos, lo que se dicen amigos, yo no puedo contar más de dos o tres. Las otras son personas a quienes yo aprecio mucho –muchísimo en algunos casos- y el resto , por lo menos en mi caso, algún que otro conocido de la vida.


Nunca quise tener un millón de amigos, no sabría como responderles sinceramente Roberto Carlos!

Yo no niego el valor “promocional” que pueden tener estas páginas y recurro a su uso cuando de eso se trata, pero acá estoy hablando de otra cuestión…

Por otro lado y bajando a nivel personal ya no quiero enterarme de “tantas cosas”.


No quiero saber qué hace el noviecito de la primaria, o el que me dijo “estoy confundido” hace varios años,

ni quiero saber cuántos años cumple mi profesor de formacion moral y civica –materia que por supuesto ya sacaron del currículum escolar, me imagino…-

no quiero ver la borrachera de los bebés que tuve en mis brazos,

ni los cambios de soltero a casado, de casado a divorciado, de divorciado a relaciones abiertas, de relaciones abiertas a relaciones casi cerradas, de dolores de muela leves a me saco la muela y busco otro dentista…

No quiero saber a qué médico visitan y lo difícil que es conseguir turno con el osteópata,

ni cuántos puntos les dieron en la operación de apéndice, la cantidad de piedritas que les sacaron del riñón ya no con operación sino con laser…

No quiero saber cuántos días les dura el dolor de cabeza, ni si vino el Ratón Perez, ni si compran en la feria de la Salada trucho pero de buena calidad, peregrinan a Luján o ¡comen sandía con vino!

Es la vida que me alcanza diría Celeste. A mí me alcanzó y por el momento me está sobrando.

Yo quiero relaciones verdaderas que me hagan sentir un poco más cerca de todo aquello que dejé y de todo aquello que construyo día a día.

Por supuesto que me gustaría compartir mucho más con quienes, a la distancia, tal vez ya no pueda.

Pero ni ellos pueden caminar las calles que yo camino todos los días ni yo puedo hacerme presente de forma más tangible en su día a día.

Yo no sé si contándoles lo que comí al mediodía me sienten más cerca.
Necesito que suene el teléfono mas seguido y escuchar una voz del otro lado en todo caso…
Cuando estudiaba arquitectura se decía una frase de Mies van der Rohe –menos es más-
Tal vez menos información pero más contenido.

Mas te quieros y te extraño serían un buen comienzo…

FXequidistante- Londres Buenos Aires

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