El viajar es un placer
Todos los años durante el mes de diciembre se produce el éxodo de inmigrantes a sus países de origen para festejar Navidad y Año nuevo. Aquellos que se quedan tal vez, añoren no haber podido ir por circunstancias diferentes, digamos escuela de los chicos, pasajes que cuestan demasiado dinero o simplemente les dio fiaca hacer la reserva con el tiempo necesario.
Y todos los años para esta fecha se producen las mismas demoras, los mismos sacrificios a la hora de viajar. Aunque este haya sido un mes de muchísimo mas frío que los años anteriores y las demoras hayan sido mucho peores…
Entonces, los que no nos pudieron ir agradecen ni siquiera haberlo intentado y haber podido evitar el padecimiento anunciado al que nos someten no sólo las condiciones climáticas, que parecieran ponerse de acuerdo con las fechas de alta temporada, sino las aerolíneas y aeropuertos en general.
Viajar se convirtió en un mal necesario pero dista mucho de ser placentero.
Horas y horas de esperas en los aeropuertos, maltrato a la hora de abordar los aviones, cero consideración para quienes viajan con niños y precios exorbitantes para conseguir un mísero asiento de avión. Sumemos que si se quiere elegir el asiento hay que pagar un extra en muchas aerolíneas.
Por eso cuando me dicen “íque lindo! Viajar en avión…” me hago la distraída. Ya no me divierte ni me entretiene subirme a un transporte donde viajo peor que una sardina enlatada y donde se que me van a torturar de algún u otro modo, no voy a poder moverme por más de doce horas, sin contar los traslados entre aeropuertos, los cambios de avión. Como por el momento no hay vuelos directos a Buenos Aires las esperas y trasbordo de aeronaves se convierten en la cereza de la torta. Lo mas sano parecería ser el vuelo de British Airways con escala de dos horas en San Pablo que no implica hacer cambio de avión, pero en general los precios son tan inaccesibles que no todos pueden tomarlo.
No me hablen del equipaje por favor…
Las aerolíneas europeas nos permiten viajar sólo con una valija de 23 kilos a Buenos Aires. ¿Y que hago yo con una valija de 23 kilos para un destino final a 20 horas de viaje? Un destino al que sólo viajo una vez al año.
No pasarse ni un gramo se convierte en una tarea maratónica y dependiendo de quien nos atienda verá – o no- con buenos ojos que la valija pese 23 kilos con dos gramitos y no nos haga pagar exceso de equipaje.
íEl carrito por favor! Suele ocurrir que muchas madres y algunos padres viajan solos con sus hijos, y se les niega el carrito para su hijo- si tiene mas de dos años- en la escala. Todos sabemos lo difícil que es viajar con chicos – y los que no lo saben no se atreven siquiera a pensarlo-. Ahora imagínense luego de doce horas de vuelo, llegar a otro aeropuerto de tránsito donde se deben pasar con suerte las próximas dos, tres o cuatro horas, con un crío cansado y sin carrito donde apoyarlo…
Los controles… El día que vea una estrella fugaz - lo cual es bastante improbable- y pueda pedir un deseo tengo muy en claro cual será: Deseo no tener que pasar nunca más los controles de las botellitas de 100ml dentro de la bolsita meticulosamente acomodados. Ni que me miren como si trasportara una carga pirata de Ferrero Rocher, ni que me pregunten si hice sola mis valijas. Claro que las hice sola, con una balanza en una mano y los ojos tapados, como la justicia misma decidiendo qué es lo verdaderamente indispensable y qué es lo que no merece la pena llevar. Si tengo que llevar 23 kilos solamente por valija, qué sugieren? ¿Que le pida ayuda a la reina batata? No hay otra persona más que la que suscribe que sepa cómo llenar el minúsculo recipiente azúl donde tienen que caber los próximos veintipico días de mi vida.
Y después se asocian entre sí para brindar un mejor servicio al cliente. Hablo de las aerolíneas… Yo supongo que elegirán por sorteo o azar a dos o tres pasajeros –que son los que escriben luego buenas críticas en las páginas de turismo, si no son ellos mismos- a quienes los pasan de categoría, les sirven vino en copita y los saludan con una sonrisa cuando bajan del avión. Al resto, como ganado… Arre arre!
Feliz Navidad para todos,
Silvia FX Equidistante
Y todos los años para esta fecha se producen las mismas demoras, los mismos sacrificios a la hora de viajar. Aunque este haya sido un mes de muchísimo mas frío que los años anteriores y las demoras hayan sido mucho peores…
Entonces, los que no nos pudieron ir agradecen ni siquiera haberlo intentado y haber podido evitar el padecimiento anunciado al que nos someten no sólo las condiciones climáticas, que parecieran ponerse de acuerdo con las fechas de alta temporada, sino las aerolíneas y aeropuertos en general.
Viajar se convirtió en un mal necesario pero dista mucho de ser placentero.
Horas y horas de esperas en los aeropuertos, maltrato a la hora de abordar los aviones, cero consideración para quienes viajan con niños y precios exorbitantes para conseguir un mísero asiento de avión. Sumemos que si se quiere elegir el asiento hay que pagar un extra en muchas aerolíneas.
Por eso cuando me dicen “íque lindo! Viajar en avión…” me hago la distraída. Ya no me divierte ni me entretiene subirme a un transporte donde viajo peor que una sardina enlatada y donde se que me van a torturar de algún u otro modo, no voy a poder moverme por más de doce horas, sin contar los traslados entre aeropuertos, los cambios de avión. Como por el momento no hay vuelos directos a Buenos Aires las esperas y trasbordo de aeronaves se convierten en la cereza de la torta. Lo mas sano parecería ser el vuelo de British Airways con escala de dos horas en San Pablo que no implica hacer cambio de avión, pero en general los precios son tan inaccesibles que no todos pueden tomarlo.
No me hablen del equipaje por favor…
Las aerolíneas europeas nos permiten viajar sólo con una valija de 23 kilos a Buenos Aires. ¿Y que hago yo con una valija de 23 kilos para un destino final a 20 horas de viaje? Un destino al que sólo viajo una vez al año.
No pasarse ni un gramo se convierte en una tarea maratónica y dependiendo de quien nos atienda verá – o no- con buenos ojos que la valija pese 23 kilos con dos gramitos y no nos haga pagar exceso de equipaje.
íEl carrito por favor! Suele ocurrir que muchas madres y algunos padres viajan solos con sus hijos, y se les niega el carrito para su hijo- si tiene mas de dos años- en la escala. Todos sabemos lo difícil que es viajar con chicos – y los que no lo saben no se atreven siquiera a pensarlo-. Ahora imagínense luego de doce horas de vuelo, llegar a otro aeropuerto de tránsito donde se deben pasar con suerte las próximas dos, tres o cuatro horas, con un crío cansado y sin carrito donde apoyarlo…
Los controles… El día que vea una estrella fugaz - lo cual es bastante improbable- y pueda pedir un deseo tengo muy en claro cual será: Deseo no tener que pasar nunca más los controles de las botellitas de 100ml dentro de la bolsita meticulosamente acomodados. Ni que me miren como si trasportara una carga pirata de Ferrero Rocher, ni que me pregunten si hice sola mis valijas. Claro que las hice sola, con una balanza en una mano y los ojos tapados, como la justicia misma decidiendo qué es lo verdaderamente indispensable y qué es lo que no merece la pena llevar. Si tengo que llevar 23 kilos solamente por valija, qué sugieren? ¿Que le pida ayuda a la reina batata? No hay otra persona más que la que suscribe que sepa cómo llenar el minúsculo recipiente azúl donde tienen que caber los próximos veintipico días de mi vida.
Y después se asocian entre sí para brindar un mejor servicio al cliente. Hablo de las aerolíneas… Yo supongo que elegirán por sorteo o azar a dos o tres pasajeros –que son los que escriben luego buenas críticas en las páginas de turismo, si no son ellos mismos- a quienes los pasan de categoría, les sirven vino en copita y los saludan con una sonrisa cuando bajan del avión. Al resto, como ganado… Arre arre!
Feliz Navidad para todos,
Silvia FX Equidistante
Comments
Post a Comment