Darte por vencido ni aún después de la fecha de vencimiento
¿Pero vos nunca te das por vencida?
Si, a veces, como todos. Pero me reconozco una tozudez probablemente heredada de mis bisabuelos maternos vasco franceses.
Soy capaz de buscar una aguja en un pajar, y si no la encuentro –cosa probable- sentirme por lo menos orgullosa de haberlo intentado.
Claro que sí, que me decepciono si no encuentro, que lloro, que pataleo, que muerdo el polvo como la canción de Queen, que no me atienden, que me ignoran, que se olvidan de mí –o eso pretenden…
Será que no acepto un no por respuesta… Probablemente, porque estoy enamorada del sí, del que tengo en cuotas para mi gusto, del que todos queremos siempre tener más o el que tarda en llegar haciéndose desear. Del si que hay que convencer paciente y concienzudamente para que se transforme en algo posible y palpable.
Hay muchas cosas a las que les doy un profundo y fervoroso sí: al encuentro, a la palabra, al acuerdo, a la búsqueda creativa del momento propicio, al convencimiento…
Hay otras pocas veces en que por más que lo busque el sí no llega porque no puede, porque no quiere o porque se murió por dentro.
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